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  evangeli.net  

Estimado/a amigo/a:

 

En esta entrega de Temas·evangeli.net encontrarás la 2ª Parte del comentario al misterio de “El niño Jesús perdido y hallado en el Templo”. Hasta la fecha hemos editado:

 

. “La Anunciación” y/o “La Encarnación del Hijo de Dios” (clica aquí).

. “La visitación de la Virgen a su prima santa Isabel” (clica aquí).

. “El nacimiento de Jesús en Belén” (clica aquí).

. “El niño Jesús perdido y hallado en el Templo” (1ª Parte) (clica aquí).

 

***

 

Decíamos del 5º Misterio de Gozo que se trata del “misterio sorpresa”: ¡Jesús desconcierta a todos! Entramos en el núcleo de esta sorpresa. ¿Cómo reaccionó la Madre de Dios?

 

5º) «Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira que tu padre y yo angustiados, te buscábamos» (Lc 2,48). ¡Estas palabras de la Virgen son de un valor incalculable! Nos sentimos muy identificados con Ella (ampliación: clica aquí): María angustiada, María desconcertada, María preguntando —casi quejándose—, María delicada y preocupada también por su marido (¡José también se angustió!). ¿Por qué? Jesús, ¿por qué? (ampliación: clica aquí).

 

6º) «¿Por qué me buscabais?» (Lc 2,49). Cuando María pregunta “por qué” y Jesús le responde con otro “por qué”, en realidad, estaba como respondiéndole: “No tienes derecho a hacerme esta pregunta”… ¡Desconcierto sobre desconcierto! Probablemente, lo que ocurre es que a Dios le podemos pedir todo menos el “por qué” de las cosas. De todas formas, Dios no actúa “porque sí”, es decir, arbitrariamente. Él tiene sus razones y a la vez hemos de aceptar que «mis caminos son más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos» (Is 55,9). Los santos intuyen esas razones, aunque no sin rezar, estudiar y preguntar… (ampliación: clica aquí).

 

7º) «¿No sabíais que es necesario que yo esté en las cosas de mi Padre (Lc 2,49). He ahí una razón de peso, he ahí el punto de vista del Hijo divino: el Padre (ampliación: clica aquí). ¡La voluntad del Padre! «Enséñanos a orar» (Lc 11,1), le pidieron. «Orad de esta manera: ‘Padre nuestro (…), hágase tu voluntad» (Mt 6,9-10), respondió Él. En todo caso, como afirmó Benedicto XVI en alguna ocasión: «Sólo Dios es Dios» (ampliación: clica aquí).

 

8º) «Ellos no comprendieron lo que les dijo» (Lc 2,50). Los misterios son misterios, aunque a veces, con oración, experiencia y tiempo podamos penetrar en ellos. Así les sucedió a José y María: en aquel momento «no comprendieron». Y, ¿qué hicieron? Callar, aceptar, ponderar… Y todo siguió igual: «Bajó con ellos y vino a Nazaret, y vivía sujeto a ellos» (Lc 2,51). Aunque, en realidad, no todo siguió exactamente igual: «Su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón» (Lc 2,51). Santa María —junto a su esposo— trabajaba la fe… Así María ya no volvió a preguntar “por qué”: ni en las bodas de Caná de Galilea, ni en el Calvario… ¡Aceptó ser nuestra madre sin preguntar por qué! ¡Dejemos que Dios sea Dios! (ampliación: clica aquí).

 

Antoni Carol i Hostench, pbro.

(Coordinador General de evangeli.net)

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