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Temas evangeli.net

¡El tránsito a un nuevo tiempo! La Divina Misericordia

  1. La palabra de la Madre de Dios
    1. Intervención explícita creciente de Santa María
      1. Sentido de urgencia

1o) «Les mandó no ausentarse de Jerusalén, sino esperar la promesa del Padre» (Hch 1,4). Es el día de la Ascensión: al Espíritu Santo se le tenía que enviar; en cuanto a María, simplemente, Jesús nos la dejó…

Pero, de alguna manera, el Paráclito ya acompañaba a los discípulos: a través de Santa María, «llena de Gracia» (Lc 1,38). Aun con todo, días después les sería enviado el Espíritu Santo en Persona sobre la persona de cada uno de ellos. Era el comienzo de un permanente tráfico entre el Cielo y la Tierra, a través de los sacramentos, a través de María (medianera de todas las gracias): «Veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar» (Jn 1,51).

2o) «Una mujer vestida de sol, la luna a sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas» (Ap 12,1). El Apocalipsis (“Libro de la Revelación”) describe de manera sublime la belleza de la Madre de Dios: está como revestida de Dios mismo —el Sol de los soles—, y el resto del cosmos (luna, estrellas…) permanecen bajo su potestad y están presentes en su mente (en su corazón de Madre).

3o) «Vi también (…) que bajaba del cielo de parte de Dios, ataviada como una novia que se engalana para su esposo» (Ap 21,1-2). El Apocalipsis refiere estos versículos, en primer lugar, a la “Humanidad renovada”, presentada como la Esposa del Cordero. Pero, de alguna manera, en un sentido espiritual-moral es una descripción aplicable a Santa María («la madre de mi Señor»):

a) Y así de espléndida Ella se ha dejado ver en la Tierra: quienes han tenido el don de “verla” han quedado boquiabiertos, encantados… Santa Bernadette la describe como “Señora”, ¡con un aspecto de 17 años!... (“señora” y “joven”: este dato nos permite intuir su “elegancia”, tanto física como espiritual) (Ampliación: ¡Esa Reina es nuestra Madre!).

b) Parte de la belleza de Santa María es su sencillez, manifestada en la elección de sus interlocutores: en general, pequeños (muy jóvenes), pobres y sencillos…

4o) «María se levantó y marchó deprisa a la montaña» (Lc 1,39). Ella tiene experiencia de visitas: es la “Gran Visitadora”. La Madre de Dios se ha dejado ver en los últimos siglos con más frecuencia y, en las últimas décadas, con más insistencia. Hay como una suerte de “concentración” de manifestaciones (“epifanías”) marianas:

a) En cuanto a la frecuencia, de las 34 apariciones marianas reconocidas como auténticas por la Iglesia, la mayor parte tienen lugar en los dos últimos siglos: desde la Medalla Milagrosa, la vemos en La Salette, Lourdes, Knock, Fátima, Ámsterdam, Akita, Ruanda, Betania…, todas ellas con una coherencia de mensaje que gira en torno a la llamada urgente a la conversión de la Humanidad porque se está ofendiendo mucho a Dios.

b) Pero, además está la insistencia. En Garabandal y Medjugorje (la autoridad de la Iglesia, por ahora, no ha reconocido su autenticidad sobrenatural) las apariciones han sido muy reiteradas, ¡como nunca! Si en La Salette los videntes (Maximino y Mélanie) vieron a Santa María 1 vez, en Lourdes unas 18 veces, en Fátima unas 8 veces…, en Garabandal fueron entre 2.000 y 3.000 veces, y en Medjugorje ya son incontables (desde el año 1981).

c) ¡Los signos de los tiempos! ¿Qué nos está diciendo María Santísima? Y, ¿con qué urgencia nos lo está diciendo? ¿No será que nuestra Madre quiere evitar que nos pase «como en los días de Noé»?, cuando «en los días que precedieron al diluvio comían y bebían (…) y no se dieron cuenta sino cuando llegó el diluvio y los arrebató a todos» (Mt 24,38-39). Conclusión: «Velad» (Mt 24,42). Esta palabra —siempre válida y vigente en toda época— seguramente se dirige a nosotros con una especial urgencia (Ampliación: ¿Quién tiene a quién: el hombre al tiempo, o el tiempo al hombre?).

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