Nuestra página utiliza cookies para mejorar la experiencia de usuario y le recomendamos aceptar su uso para aprovechar plenamente la navegación

Master·evangeli.net

Evangelio de hoy + breve explicación teológica

Domingo 2 (C) del tiempo ordinario
Descargar
Texto del Evangelio (Jn 2,1-12): En aquel tiempo, se celebraba una boda en Caná de Galilea y estaba allí la madre de Jesús. Fue invitado también a la boda Jesús con sus discípulos. Y, como faltara vino, porque se había acabado el vino de la boda, le dice a Jesús su madre: «No tienen vino». Jesús le responde: «¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora». Dice su madre a los sirvientes: «Haced lo que Él os diga» (…).

La oración de María

REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano)

Hoy, María pide a su Hijo un favor para unos amigos que pasan dificultades. Ella confía una necesidad humana a su poder, a un poder que supera la habilidad y la capacidad humanas.

En este diálogo con Jesús la vemos realmente como Madre que pide, que intercede. Conviene profundizar un poco en este pasaje del Evangelio, para aprender de María el modo correcto de orar. María, propiamente, no hace una petición a Jesús; simplemente le dice: "No tienen vino" (Jn 2,3). Los esposos se encuentran en dificultades y María simplemente se lo dice a Jesús. No le pide nada en particular, y mucho menos, que Jesús utilice su poder, que realice un milagro produciendo vino. Sencillamente, informa a Jesús y le deja decidir lo que conviene hacer.

—De María aprendemos la bondad y la disposición a ayudar, pero también la humildad y la generosidad para aceptar la voluntad de Dios, confiando en Él, convencidos de que su respuesta, sea cual sea, será lo mejor para nosotros.

María representa la "mujer nueva", nuestra Madre

REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano)

Hoy nos resulta difícil entender la respuesta de Jesús: no nos gusta la palabra con que se dirige a ella: "Mujer". ¿Por qué no le dice "Madre"?

En realidad, este título expresa el lugar que ocupa María en la historia de la salvación. Remite al futuro, a la hora de la crucifixión, cuando Jesús le dirá: "Mujer, ahí tienes a tu hijo " (Jn 19,26). Indica anticipadamente la hora en que Él convertirá a la mujer, a su Madre, en Madre de todos sus discípulos. Por otra parte, ese título evoca el relato de la creación de Eva: Adán, en medio de la creación, con toda su magnificencia, como ser humano se siente solo. Entonces Dios crea a Eva, y en ella Adán encuentra la compañera que buscaba y le da el nombre de "mujer".

—En el Evangelio según san Juan, María representa la "mujer nueva", la mujer definitiva, la compañera del Redentor, nuestra Madre: ese título, en apariencia poco afectuoso, expresa realmente la grandeza de su misión perenne.

El "sí" del Hijo y el "sí" de María se convierten en un único "sí"

REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano)

Hoy nos gusta menos aún lo que Jesús dice luego a María en Caná: "¿Qué tengo yo contigo, mujer?".

En el contexto de la encarnación de Jesús hay dos diálogos que van juntos y se funden. Está ante todo el diálogo de María con el arcángel Gabriel, en el que ella dice: "Hágase en mí según tu palabra" (Lc 1,38). Pero existe un texto paralelo a este, podríamos decir un diálogo dentro de Dios, con el que se inicia la Encarnación. El Hijo eterno dice al Padre: "Sacrificio y oblación no quisiste; pero me has formado un cuerpo. (...) He aquí que vengo para hacer, oh Dios, tu voluntad" (Hb 10,5-7; cf. Sal 40,6-8).

—El "sí" del Hijo y el "sí" de María se convierten en un único "sí". En este doble "sí" la obediencia del Hijo se hace cuerpo; María con su "sí" le da el cuerpo. La relación más profunda que tienen Jesús y María es este "doble sí", gracias a cuya coincidencia se realizó la Encarnación.

Jesús transforma las bodas humanas en una imagen de las bodas divinas (un matrimonio entre Dios y el hombre)

REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano)

Hoy Jesús no juega con su poder en un asunto que, en el fondo, es totalmente privado. No; Él realiza un signo con el que anuncia su hora, la hora de las bodas, la hora de la unión entre Dios y el hombre.

Él no se limita a "producir" vino, sino que transforma las bodas humanas en una imagen de las bodas divinas, a las que el Padre invita mediante el Hijo y en las que da la plenitud del bien, representada por la abundancia del vino. Las bodas se convierten en imagen del momento en que Jesús lleva su amor hasta el extremo, permite que le desgarren el cuerpo, y así se entrega a nosotros para siempre, se hace uno con nosotros: bodas entre Dios y el hombre. La hora de la cruz es la hora de las bodas.

—La hora de Jesús no ha llegado aún, pero en el signo de la conversión del agua en vino, en el signo del don festivo, anticipa su hora ya en este momento.

La "hora" de Jesús es la cruz; y su hora definitiva será su vuelta al final de los tiempos

REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano)

Hoy comprendemos también la segunda frase de la respuesta de Jesús: "Todavía no ha llegado mi hora" (Jn 2,4). Jesús nunca actúa solamente por sí mismo; actúa siempre partiendo del Padre, y esto es precisamente lo que lo une a María.

Ahí, en esa unidad de voluntad con el Padre, ha querido poner también ella su petición. Por eso, después de la respuesta de Jesús, que parece rechazar la petición, ella sorprendentemente puede decir a los servidores con sencillez: "Haced lo que Él os diga" (Jn 2,5). Así, de un modo verdaderamente divino, se resuelve la necesidad del momento y se rebasa ampliamente la petición inicial.

—Su "hora" es la cruz; su hora definitiva será su vuelta al final de los tiempos. Él anticipa continuamente esta hora definitiva precisamente en la Eucaristía, en la cual ya ahora viene siempre. Y lo sigue haciendo siempre por intercesión de su Madre, por intercesión de la Iglesia, que lo invoca en las plegarias eucarísticas: "¡Ven, Señor Jesús!".