Un equipo de 200 sacerdotes comenta el Evangelio del día
200 sacerdotes comentan el Evangelio del día
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Evangelio de hoy + breve explicación teológica
»Murió también el rico y fue sepultado. Estando en el Hades entre tormentos, levantó los ojos y vio a lo lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Y, gritando, dijo: ‘(…) Te ruego, padre, que le envíes a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que les dé testimonio, y no vengan también ellos a este lugar de tormento’. Díjole Abraham: ‘Tienen a Moisés y a los profetas; que les oigan’. Él dijo: ‘No, padre Abraham; sino que si alguno de entre los muertos va donde ellos, se convertirán’. Le contestó: ‘Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán, aunque un muerto resucite’».
Jesús, crucificado y resucitado, es el auténtico "Lázaro"
REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano)Hoy consideramos el final de la "Parábola del rico epulón y el pobre Lázaro". El hombre rico dice a Abraham desde el Hades lo que muchos hombres, entonces como ahora, dicen o les gustaría decir a Dios: si quieres que te creamos, entonces debes ser más claro; mándanos a alguien desde el más allá que nos pueda decir que eso es realmente así.
La petición de pruebas aparece a lo largo de todo el Evangelio. La respuesta de Abraham, así como la de Jesús, es clara: quien no crea en la palabra de la Escritura tampoco creerá a uno que venga del más allá. Las verdades supremas no pueden someterse a la evidencia empírica. Pensemos en la resurrección de Lázaro de Betania: el milagro no conduce a la fe, sino al endurecimiento.
—Jesús —crucificado a las puertas de la ciudad, expuesto a la burla— es el verdadero Lázaro enviado por el Padre: creer en Él y seguirlo es la invitación de esta parábola, que es más que una parábola.
La doctrina del purgatorio en la Parábola del rico epulón y el pobre Lázaro
REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano)Hoy, Jesús ha presentado como advertencia la imagen de un alma arruinada por la arrogancia y la opulencia, que ha cavado ella misma un foso infranqueable entre sí y el pobre: el foso de su cerrazón en los placeres materiales, el foso del olvido del otro y de la incapacidad de amar
En esta parábola, Jesús no habla del destino definitivo después del Juicio universal, sino que se refiere a una de las concepciones del judaísmo antiguo, es decir, la de una condición intermedia entre muerte y resurrección, un estado en el que falta aún la sentencia última. Ahí las almas no se encuentran simplemente en una especie de recinto provisional, sino que padecen ya un castigo o que por el contrario gozan ya de formas provisionales de bienaventuranza.
—En este estado se pueden dar también purificaciones y curaciones, con las que el alma madura para la comunión con Dios. La Iglesia primitiva ha asumido estas concepciones, de las que después se ha desarrollado paulatinamente la doctrina del purgatorio.
24 de noviembre
Domingo 34 del tiempo ordinario: Jesucristo, Rey del Universo (B)
Vídeo del Evangelio y comentario
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