Hoy celebramos a san Juan Pablo II, el “Papa párroco del mundo” (recorrió tantos kilómetros como para viajar dos veces a la Luna). Su pontificado fue uno de los más largos de la historia (casi 27 años), durante los cuales afrontó todos los aspectos de la vida de la Iglesia, poniendo el amor a Jesucristo como centro de la vida eclesial: publicó el nuevo “Catecismo de la Iglesia Católica”, promulgó un nuevo “Código de Derecho Canónico” y aprobó la nueva versión oficial de la Biblia (la edición “Neovulgata”); impulsor incansable del ecumenismo y del diálogo inter-religioso; alentador de la paz y de la devoción a la Divina Misericordia; promotor de muchas causas de canonización y beatificación (resaltando la importancia de la santidad de los fieles laicos)…

Fue una de las personalidades más influyentes del siglo XX, a la vez que testigo y víctima de sus horrores: él experimentó personalmente la crudeza del nazismo y del comunismo soviético, a los que se opuso mediante una suerte de revolución espiritual y cultural. El Papa Wojtyla lideró la preparación y celebración del Jubileo del Año 2000. De él se dice que es el Papa que no podría leer todo lo que escribió: 14 encíclicas, innumerables cartas /exhortaciones apostólicas, homilías, decretos… Consagrado obispo a los 40 años y nombrado cardenal 7 años más tarde, Mons. Wojtyla fue uno de los padres conciliares más jóvenes del Vaticano II.

—Al ser elegido Obispo de Roma (1978), el Primado de Polonia —el legendario cardenal Wyszynski— le dijo al nuevo Papa: «Tú conducirás a la Iglesia del Concilio hasta el tercer milenio». ¡Ni los atentados mortales que sufrió ni su larga y grave enfermedad pudieron impedirlo!