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En Dios ¿cómo se combinan la Misericordia infinita con la Justicia, también infinita? ¿Deja Dios de ser justo siendo infinitamente misericordioso? La respuesta está, precisamente, en que no hay “combinación”, sino “identificación”: misericordia y justicia forman parte del mismo Amor de Dios, porque es un amor que perdona (La misericordia perfecciona la justicia).

Los hombres — afectados por el pecado— apenas acertamos a entenderlo porque practicamos poco el perdón: nos cuesta pedir perdón; nos cuesta perdonar. Precisamente, el sacramento de la Penitencia —el sacramento de la Misericordia— nos permite captar la realidad del pecado a la luz de la misericordia infinita de Dios.

En realidad, el perdón es casi una exclusiva del cristianismo. Una de las imágenes más paradigmáticas del perdón cristiano es la acogida que Jesús en la Cruz dispensó a Dimas —el “buen ladrón”. «‘Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino’. Entonces Él le dijo: ‘En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso’» (Lc 23,42-43). Dimas reconoce que él merece estar en el suplicio, es decir, la justicia humana —el gobernador Pilatos— ha sentenciado justamente. Sin embargo, la Justicia divina —Cristo-Juez— lo eleva al cielo (¡se lo garantiza antes de morir!). ¿Alguien se ha equivocado? ¿Pilatos? ¿Jesús? Nadie se ha equivocado, sólo que el Amor divino es excelso porque incluye el perdón cuando se acepta el perdón (un tema clave: La misericordia no es una “gracia a bajo precio”).

Desde el Equipo de evangeli.net nos unimos a las intenciones del Papa Francisco teniendo ya cercana la Jornada Mundial de la Juventud en Cracovia.

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