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Evangelio de hoy + breve explicación teológica

2 de enero: Santos Basilio el Grande y Gregorio Nacianceno, obispos y doctores de la Iglesia
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Texto del Evangelio (Mt 23,8-12): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Tampoco os dejéis llamar "Directores", porque uno solo es vuestro Director: el Cristo. El mayor entre vosotros será vuestro servidor. Pues el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado».

San Basilio el Grande y san Gregorio Nacianceno, obispos y doctores de la Iglesia

REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano)

Hoy conmemoramos dos grandes santos, asociados entre sí por la caridad —en estrecha amistad— y por una gran obra teológica. Su contribución les mereció el título de “doctor de la Iglesia”. San Basilio Magno (330-379 d.C.) fue obispo de Cesarea y preeminente clérigo de su tiempo (“lumbrera de la Iglesia”); san Gregorio de Nacianzo (329-390) fue obispo de Constantinopla y conocido como el “Teólogo”.

¿Cuál era la esperanza que los mantuvo siempre unidos? ¡Jesucristo! En su Nombre encontraban su unión: «Nuestro gran nombre consistía en el hecho de que éramos cristianos, y así nos llamaban» (San Gregorio). Con san Atanasio y san Gregorio de Nisa, formaron el grupo de los “padres capadocios”, cuyo trabajo fue fundamental para superar la crisis del arrianismo.

Desde la paz de la Iglesia se intensificó la producción teológica para ahondar en los misterios de la fe. Pero la terminología aún no estaba fijada y no era sencillo profundizar en dichos misterios. El exceso de racionalización sobre el misterio de la Trinidad propició que, en torno a la figura de Cristo, surgiera la herejía arriana, la cual —en sus diversas derivaciones— tendía a oscurecer y negar la divinidad de Jesucristo. Algo paralelo acabó sucediendo también con la Persona del Espíritu Santo.

—Estos santos hicieron resplandecer la luz de la Trinidad, defendiendo la fe proclamada en el concilio de Nicea (a. 325): un solo Dios en tres Personas iguales y distintas —Padre, Hijo y Espíritu Santo—, «triple luz que se une en un único esplendor» (San Basilio).