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Evangelio de hoy + breve explicación teológica

21 de febrero: San Pedro Damián, obispo y doctor de la Iglesia
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Texto del Evangelio (Mc 9,14-29): En aquel tiempo, Jesús bajó de la montaña y, al llegar donde los discípulos, vio a mucha gente que les rodeaba y a unos escribas que discutían con ellos (…). Él les preguntó: «¿De qué discutís con ellos?». Uno de entre la gente le respondió: «Maestro, te he traído a mi hijo que tiene un espíritu mudo y, dondequiera que se apodera de él, le derriba, le hace echar espumarajos, rechinar de dientes y lo deja rígido. He dicho a tus discípulos que lo expulsaran, pero no han podido» (…). Jesús (…) increpó al espíritu inmundo, diciéndole: «Espíritu sordo y mudo, yo te lo mando: sal de él y no entres más en él». Y el espíritu salió dando gritos y agitándole.

Cuando Jesús entró en casa, le preguntaban en privado sus discípulos: «¿Por qué nosotros no pudimos expulsarle?». Les dijo: «Esta clase con nada puede ser arrojada sino con la oración».

San Pedro Damián, obispo y doctor de la Iglesia (1007-1072)

REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano)

Hoy quiero hablar de san Pedro Damián, monje, amante de la soledad y, al mismo tiempo, intrépido hombre de Iglesia, comprometido en primera persona en la obra de reforma puesta en marcha por los papas de aquel tiempo. Junto a una buena competencia en el campo del Derecho, adquirió una pericia refinada en el arte de la redacción, el “ars scribendi”.

En torno al año 1034, la contemplación de lo absoluto de Dios lo impulsó a alejarse progresivamente del mundo y de sus realidades efímeras, para retirarse al monasterio de Fonte Avellana, dedicado a la Santa Cruz. Y la cruz será el misterio cristiano que más fascinó a Pedro Damián: «No ama a Cristo quien no ama la cruz de Cristo».

Él también era un fino teólogo: expone con claridad y vivacidad la doctrina trinitaria utilizando ya los tres términos fundamentales, que después han sido determinantes también para la filosofía de Occidente: “processio”, “relatio” y “persona”. También la meditación sobre la figura de Cristo tiene reflejos prácticos significativos: «A Cristo se le debe oír en nuestra lengua, a Cristo se le debe ver en nuestra vida, se le debe percibir en nuestro corazón». La comunión con Jesucristo crea unidad de amor entre los cristianos: no sólo que toda la Iglesia universal está unida, sino que en cada uno de nosotros debería estar presente la Iglesia en su totalidad.

Con gran dolor y tristeza, en 1057 Pedro Damián dejó el monasterio y aceptó, aunque con renuencia, el nombramiento de cardenal obispo de Ostia, entrando así plenamente en colaboración con los papas en la difícil empresa de la reforma de la Iglesia.