Hoy se nos remueve el corazón al releer el testamento que el rey de Francia, san Luis, escribió a su hijo sucesor al trono: «Hijo amadísimo, lo primero que quiero enseñarte es que ames al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con todas tus fuerzas». A Luis rey de Francia se le recuerda como un monarca que se esforzó por la justicia y la paz entre los cristianos, y también por el amor a los pobres. Los restos de este rey santo fueron muy pronto venerados por sus propios súbditos, ya que su pueblo sentía un gran amor por él.

Echemos una ojeada más al mencionado testamento: «Hijo, para con tus súbditos obra con toda rectitud y justicia, sin desviarte a la derecha ni a la izquierda; ponte siempre más del lado del pobre que del rico, hasta que averigües de qué lado está la razón».

—San Luis fue magistralmente educado en la fe por su madre, la infanta Blanca de Castilla, y maravillosamente acompañado por su esposa, Margarita de Provenza, con quien tuvo 11 hijos.