Un equipo de 200 sacerdotes comenta el Evangelio del día
200 sacerdotes comentan el Evangelio del día
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Jesús en los Misterios del Rosario
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Misterios de Gozo
- La Visitación
Después de “La Encarnación del Hijo de Dios”, pasamos al misterio de “La Visitación de la Virgen a su prima santa Isabel” (un hito en la Historia de la Salvación) (Introducción: clica aquí).
1º) «María se levantó y marchó deprisa a (…) una ciudad de Judá» (Lc 1,39). ¡Así es la fe de la Virgen!: no solamente dijo “SÍ” sino que, a la vez, respondió con obras (¡y con agilidad!). Ésa es la coherencia a la que nos reta Santiago Apóstol: «Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras» (Sant 2,18). Si María se hubiese quedado “prudentemente” en Nazaret protegiendo su embarazo, todos lo habríamos aceptado como muy comprensible…, pero ahora no existiría el 2º Misterio de Gozo... (ampliación: María es la creyente por excelencia).
2º) «El niño saltó de gozo en mi seno» (Lc 1,44). Con la llegada de Jesús (apenas unos pocos días de vida en el vientre de su Madre), también en casa de Zacarías e Isabel se respira un ambiente de contagiosa alegría (ampliación: «¡Feliz la que ha creído!»). De nuevo, el protagonista es Jesucristo (ampliación: Juan, antes de nacer, anuncia a Jesús): Dios se hace presente, san Juan lo presiente y sus respectivas madres actúan de portavoces exultantes de tan simpático misterio.
3º) «¿De dónde a mí tanto bien, que venga la madre de mi Señor a visitarme?» (Lc 1,43). Comprendemos la sorpresa de Isabel: la Madre del Señor se ocupa de la madre del precursor. ¿No debiera haber sucedido al revés? ¡La lógica de Dios! En el Calvario Jesús y María volverán a sorprendernos con su “lógica”: en lugar de algo así como un «Juan, ocúpate de mi madre», de los labios de Jesús salió el «Mujer, ahí tienes a tu hijo» (Jn 19,26). Jesús se ocupa de nosotros, y ¡María también! (ampliación: El “Dios-que-viene” desea encontrarse con nosotros y visitarnos).
4º) «Proclama mi alma las grandezas del Señor, y se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador» (Lc 1,46-47). El Magnificat es una oración en forma de poema que surge del corazón agradecido de Santa María (ampliación: Humildad y gratitud de María). Denota un elevado y ponderado conocimiento de la Sagrada Escritura (ampliación: El “Magnificat” de la Virgen María). Gracias a este bagaje, María es capaz de responder bien y rápido a la Voluntad de Dios ¡y siempre! ¡Eso no es fácil!