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Temas evangeli.net

¡El tránsito a un nuevo tiempo! La Divina Misericordia

  1. Cuestiones sobre el tiempo
    1. ¿Qué más ha pasado? (otras cosas)
      1. La Iglesia defiende la verdad. Capítulo aparte: los Romanos Pontífices

«Al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo» (Gal 4,4). Por tanto, por Revelación sabemos que hace 2.000 años —cuando Dios se encarnó— se daba en el mundo una suerte de “plenitud de los tiempos” (un “kairós”).

¿Qué significaba dicha “plenitud de los tiempos” hace veinte siglos? Probablemente, una preparación del pueblo judío en el monoteísmo, previa a recibir la plenitud de la Revelación (Tres Personas divinas en Un único Dios) y, a la vez, una adecuada “ekumene” (es decir, un mínimo de orden socio-político-jurídico en forma de Imperio Romano). En aquel “humus” religioso y social arraigó la semilla de la Buena Nueva (sin duda, contando también con una buena dosis de horas extras del Espíritu Santo)… ¿Estamos ahora entreviendo una nueva plenitud de los tiempos?

1o) «Cuando venga Aquél, el Espíritu de la verdad, os guiará hacia toda la verdad» (Jn 16,13). Seguramente no exageraríamos si afirmamos que —a pesar de las apariencias, en medio de una extendida apostasía— actualmente estamos viviendo el inicio de un “huracán espiritual”. Se habla de un “nuevo Pentecostés”. San Juan Pablo II intuía (por lo menos, auguraba) una “nueva primavera de vida espiritual” alrededor del año 2000. Sólo por destacar un dato, como botón de muestra: nunca como ahora tanta juventud se había reunido reiteradamente en torno al sucesor de Pedro (nos referimos al sorprendente éxito de la sucesivas Jornadas Mundiales de la Juventud).

2o) «Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia» (Mt 16,18). En estas recientes décadas, a la vista de todos, sobresale el hecho histórico providencial de una sucesión de papas santos (¡excelentes!), propiciando un creciente prestigio del Pontificado como institución. Ciñéndonos al último medio siglo: desde el Papa de la paz (san Juan XXIII), pasando por el Papa del Concilio Vaticano II y mártir de la verdad (san Pablo VI), llegando al Papa “párroco del mundo” (san Juan Pablo II, el Papa que viajó tantos kilómetros como para ir y volver a la Luna dos veces…).

a) «Simón, Simón, (…) yo he rogado por ti para que tu fe no desfallezca; y tú, cuando te conviertas, confirma a tus hermanos» (Lc 22,31-32). Vaya por delante que, si bien no todos los papas han sido modelos de virtudes, sin embargo, ninguno de ellos ha desvirtuado el depósito de la fe. Al mismo tiempo, por lo que se refiere a las últimas décadas, los papas han mantenido una audaz —sino heroica— batalla en defensa de la verdad en cuestiones absolutamente básicas, ante las cuales el mundo en general ha claudicado. En la era de (la absurda) post-verdad, la Iglesia se ha quedado sola defendiendo, por ejemplo, la dignidad inviolable de la vida humana en cualquiera de sus estadios… (Ampliación: Valentía por la verdad).

b) El Papa san Pablo VI es un paradigma de heroicidad en esta encarnizada lucha, muy particularmente discerniendo cuestiones sobre la natalidad humana en la encíclica “Humanae viate”. En aquel momento decayó todo su prestigio mediático (como papa abierto y reformista) y quedó como un profeta incomprendido y abandonado. Los tiempos actuales están confirmando que él estaba en el camino de la verdad… (Ampliación: El Papa Montini fue el gran timonel del Concilio Vaticano II).

3o) «Te daré las llaves del Reino de los Cielos; y todo lo que ates sobre la tierra quedará atado en los cielos» (Mt 16,19). ¡Los papas Benedicto XVI y Francisco! Es la primera vez que la Iglesia tiene dos papas “legítimos” (uno es emérito, y el otro es el titular). ¿Casualidad? Para Dios no hay casualidades, y menos todavía en relación a los papas. Sólo Él sabe el porqué de esta bendita confluencia. Algún día sabremos el alcance de la protección que supone la presencia de Benedicto XVI entre nosotros, al lado de Francisco, como dos hermanos ejemplares.

Hemos destacado dos grandes capítulos de estos últimos tiempos: la Verdad y la Misericordia. Pues bien, los respectivos lemas episcopales de estos dos santos padres son suficientemente sintomáticos: “Cooperatoris veritatis” y “Miserando atque eligendo”, respectivamente. Por si fuera poco, como para recordarnos el papel central que juega Santa María en el advenimiento de este Tiempo de la Misericordia, resulta que el lema episcopal de Juan Pablo II fue el famoso “Totus tuus” (“Todo tuyo, María”). «Quien sea capaz de entender, que entienda» (Mt 19,12).

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