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¡El tránsito a un nuevo tiempo! La Divina Misericordia

  1. ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Qué tendremos que hacer?
    1. «Estad alerta». «Mis palabras no pasarán»

1o) «El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán» (Mt 24,35). El final de los tiempos: del “tiempo de las naciones” al “tiempo de la Misericordia”. En Garabandal la Virgen María dijo claramente a los videntes que después de la muerte de Juan XXIII vendrían tres papas más y que, entonces, se produciría EL FINAL DE LOS TIEMPOS (que no significa el final del mundo: antes, tiene que haber una gran predicación del Evangelio):

a) De hecho, el Apocalipsis habla de diversos “tiempos” (o “ciclos” o “periodos” de tiempo). Y, efectivamente, el “tiempo de Israel” fue substituido por el “tiempo de las naciones”: el paso de un tiempo al otro quedó señalado para siempre con la destrucción total de Jerusalén (y de su Templo, donde no quedó piedra sobre piedra, tal como había predicho Jesucristo), el año 70 y por obra de las “naciones” (los gentiles, los no judíos).

b) Ahora, en estos momentos, da la impresión de que se acerca un nuevo tránsito de tiempo: del “tiempo de las naciones” hacia el “tiempo de la Misericordia”. Este paso podría quedar señalado y acompañado por “acontecimientos” (algunos de ellos, dramáticos: lo poco que nos han dicho se ajusta mucho a las descripciones de Mt 24,3-14, acontecimientos que cierran una era histórica y abren paso a una nueva etapa en la que el mensaje gozoso del Reino de Dios será proclamado —en profundidad, como nunca— por toda la Tierra en testimonio para todos los pueblos…).

c) Los videntes (en las diversas apariciones marianas) insistían en que todo eso llegaría repentinamente, sin que la gente se lo esperara (coincide con Mt 24,37 ss).

2o) Las diversas manifestaciones marianas comparten un horizonte escatológico, a saber, un horizonte que apunta hacia el más allá: el Cielo, es decir, la salvación (eterna) de los hombres. En vista de este horizonte de llamada universal a la santidad, el Cielo ha trazado un plan muy concreto:

a) una “epifanía mariana” (manifestaciones de la Madre de Dios con una frecuencia inédita),

b) una llamada de atención en relación a la Eucaristía,

c) un anuncio de la proximidad de “tiempos escatológicos”.

Considerando todo esto, quizá nos conviene hacer memoria de las últimas orientaciones del Papa san Juan Pablo II, que podemos recibirlas a modo de “testamento”:

1. “Contemplar el rostro de Cristo” (Carta apostólica “Al comienzo del nuevo milenio) (2001);

2. “Contemplar el rostro de Cristo con María” (Carta apostólica “Rosarium Virginis Mariae”) (2002);

3. “Contemplar el rostro de Cristo con María desde la Eucaristía” (Carta encíclica “Ecclesia de Eucharistia”) (2003).

4. Finalmente (lo volvemos a destacar expresamente), porque Dios así lo quiso, este Santo Papa se despidió de nosotros haciendo su traspaso a la casa del Padre en el día de la fiesta de la Divina Misericordia (día y fiesta por la cual tanto suspiró santa Faustina Kowalska).

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