Un equipo de 200 sacerdotes comenta el Evangelio del día
200 sacerdotes comentan el Evangelio del día
Contemplar el Evangelio de hoy
Evangelio de hoy + homilia (de 300 palabras)
El sacrificio del justo es aceptable, su memorial no se olvidará. Glorifica al Señor con generosidad, y no escatimes las primicias de tus manos. Cuando hagas tus ofrendas, pon cara alegre y paga los diezmos de buena gana. Da al Altísimo como él te ha dado a ti, con generosidad, según tus posibilidades. Porque el Señor sabe recompensar y te devolverá siete veces más. No trates de sobornar al Señor, porque no lo aceptará; no te apoyes en sacrificio injusto. Porque el Señor es juez, y para él no cuenta el prestigio de las personas.
«Escucha, pueblo mío, voy a hablarte; Israel, voy a dar testimonio contra ti; —yo soy Dios, tu Dios—. No te reprocho tus sacrificios, pues siempre están tus holocaustos ante mí».
Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza, cumple tus votos al Altísimo. «El que me ofrece acción de gracias, ése me honra; al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios».
«Nadie que haya dejado casa (...) por mí y por el Evangelio, quedará sin recibir el ciento por uno (...) y en el mundo venidero, vida eterna»
Rev. D. Jordi SOTORRA i Garriga (Sabadell, Barcelona, España)Hoy, como aquel amo que iba cada mañana a la plaza a buscar trabajadores para su viña, el Señor busca discípulos, seguidores, amigos. Su llamada es universal. ¡Es una oferta fascinante! El Señor nos da confianza. Pero pone una condición para ser discípulos, condición que nos puede desanimar: hay que dejar «casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o hacienda por mí y por el Evangelio» (Mc 10,29).
¿No hay contrapartida? ¿No habrá recompensa? ¿Esto aportará algún beneficio? Pedro, en nombre de los Apóstoles, recuerda al Maestro: «Nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido» (Mc 10,28), como queriendo decir: ¿qué sacaremos de todo eso?
La promesa del Señor es generosa: «El ciento por uno: ahora en el presente (...) y en el mundo venidero, vida eterna» (Mc 10,30). Él no se deja ganar en generosidad. Pero añade: «Con persecuciones». Jesús es realista y no quiere engañar. Ser discípulo suyo, si lo somos de verdad, nos traerá dificultades, problemas. Pero Jesús considera las persecuciones y las dificultades como un premio, ya que nos ayudan a crecer, si las sabemos aceptar y vivir como una ocasión de ganar en madurez y en responsabilidad. Todo aquello que es motivo de sacrificio nos asemeja a Jesucristo que nos salva por su muerte en Cruz.
Siempre estamos a tiempo para revisar nuestra vida y acercarnos más a Jesucristo. Estos tiempos y todo tiempo nos permiten —por medio de la oración y de los sacramentos— averiguar si entre los discípulos que Él busca estamos nosotros, y veremos también cuál ha de ser nuestra respuesta a esta llamada. Al lado de respuestas radicales (como la de los Apóstoles) hay otras. Para muchos, dejar “casa, hermanos, hermanas, madre, padre...” significará dejar todo aquello que nos impida vivir en profundidad la amistad con Jesucristo y, como consecuencia, serle sus testigos ante el mundo. Y esto es urgente, ¿no te parece?
Pensamientos para el Evangelio de hoy
«‘Pues yo os aseguro que nadie hay…’. No quiere decir con esto que abandonemos a nuestros padres, dejándolos sin auxilio, ni que nos separemos de nuestras mujeres, sino que prefiramos el honor de Dios a todo lo que es perecedero» (San Beda el Venerable)
«No cabe duda que las formas concretas de seguir a Cristo están graduadas por Él mismo según las condiciones, las posibilidades, las misiones, los carismas de las personas y de los grupos» (San Juan Pablo II)
«Los cristianos, por ser miembros del Cuerpo, cuya Cabeza es Cristo (cf. Ef 1,22), contribuyen a la edificación de la Iglesia mediante la constancia de sus convicciones y de sus costumbres. La Iglesia aumenta, crece y se desarrolla por la santidad de sus fieles, ‘hasta que lleguemos al estado de hombre perfecto, a la madurez de la plenitud en Cristo’ (Ef 4,13)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2.045)