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Contemplar el Evangelio de hoy

Evangelio de hoy + homilia (de 300 palabras)

1ª Lectura (Is 1,10.16-20): Oíd la palabra del Señor, príncipes de Sodoma, escucha la enseñanza de nuestro Dios, pueblo de Gomorra. «Lavaos, purificaos, apartad de mi vista vuestras malas acciones. Dejad de hacer el mal, aprended a hacer el bien. Buscad la justicia, socorred al oprimido, proteged el derecho del huérfano, defended a la viuda. Venid entonces, y discutiremos —dice el Señor—. Aunque vuestros pecados sean como escarlata, quedarán blancos como nieve; aunque sean rojos como la púrpura, quedarán como lana. Si sabéis obedecer, comeréis de los frutos de la tierra; si rehusáis y os rebeláis, os devorará la espada. Ha hablado la boca del Señor».
Salmo responsorial: 49
R/. Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios.
No te reprocho tus sacrificios, pues siempre están tus holocaustos ante mí. Pero no aceptaré un becerro de tu casa, ni un cabrito de tus rebaños.

¿Por qué recitas mis preceptos y tienes siempre en la boca mi alianza, tú que detestas mi enseñanza y te echas a la espalda mis mandatos?

Esto haces, ¿y me voy a callar? ¿Crees que soy como tú? Te acusaré, te lo echaré en cara. El que me ofrece acción de gracias, ése me honra; al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios».
Versículo antes del Evangelio (Ez 18,31): Echad lejos de vosotros todas vuestras prevaricaciones, dice el Señor, y haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo.
Texto del Evangelio (Mt 23,1-12): En aquel tiempo, Jesús se dirigió a la gente y a sus discípulos y les dijo: «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos. Haced, pues, y observad todo lo que os digan; pero no imitéis su conducta, porque dicen y no hacen. Atan cargas pesadas y las echan a las espaldas de la gente, pero ellos ni con el dedo quieren moverlas. Todas sus obras las hacen para ser vistos por los hombres; se hacen bien anchas las filacterias y bien largas las orlas del manto; quieren el primer puesto en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, que se les salude en las plazas y que la gente les llame "Rabbí".

»Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar "Rabbí", porque uno solo es vuestro Maestro; y vosotros sois todos hermanos. Ni llaméis a nadie "Padre" vuestro en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre: el del cielo. Ni tampoco os dejéis llamar "Doctores", porque uno solo es vuestro Doctor: Cristo. El mayor entre vosotros será vuestro servidor. Pues el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado».

«Uno solo es vuestro Maestro; (...) uno solo es vuestro Padre; (...) uno solo es vuestro Doctor»

Pbro. Gerardo GÓMEZ (Merlo, Buenos Aires, Argentina)

Hoy, con mayor razón, debemos trabajar por nuestra salvación personal y comunitaria, como dice san Pablo, con respeto y seriedad, pues «ahora es el día de la salvación» (2Cor 6,2). El tiempo cuaresmal es una oportunidad sagrada dada por nuestro Padre para que, en una actitud de profunda conversión, revitalicemos nuestros valores personales, reconozcamos nuestros errores y nos arrepintamos de nuestros pecados, de modo que nuestra vida se vaya transformando —por la acción del Espíritu Santo— en una vida más plena y madura.

Para adecuar nuestra conducta a la del Señor Jesús es fundamental un gesto de humildad, como dice el Papa Benedicto: «Que [yo] me reconozca como lo que soy, una creatura frágil, hecha de tierra, destinada a la tierra, pero además hecha a imagen de Dios y destinada a Él».

En la época de Jesús había muchos "modelos" que oraban y actuaban para ser vistos, para ser reverenciados: pura fantasía, personajes de cartón, que no podían estimular el crecimiento y la madurez de sus vecinos. Sus actitudes y conductas no mostraban el camino que conduce a Dios: «No imitéis su conducta, porque dicen y no hacen» (Mt 23,3).

La sociedad actual también nos presenta una infinidad de modelos de conducta que abocan a una existencia vertiginosa, alocada, debilitando el sentido de trascendencia. No dejemos que esos falsos referentes nos hagan perder de vista al verdadero maestro: «Uno solo es vuestro Maestro; (…) uno solo es vuestro Padre; (…) uno solo es vuestro Doctor: Cristo» (Mt 23,8.9.10).

Aprovechemos la cuaresma para fortalecer nuestras convicciones como discípulos de Jesucristo. Tratemos de tener momentos sagrados de "desierto" donde nos reencontremos con nosotros mismos y con el verdadero modelo y maestro. Y frente a las situaciones concretas en las que muchas veces no sabemos cómo reaccionar podríamos preguntarnos: ¿qué diría Jesús?, ¿cómo actuaría Jesús?

Pensamientos para el Evangelio de hoy

  • «Es mejor callar y obrar que hablar y no obrar. Buena cosa es enseñar, si el que enseña también obra» (San Ignacio de Antioquía)

  • «Hoy más que nunca, la Iglesia es consciente de que su mensaje social se hará creíble por el testimonio de las obras, antes que por su coherencia y lógica interna» (San Juan Pablo II)

  • «El escándalo adquiere una gravedad particular según la autoridad de quienes lo causan o de la debilidad de quienes lo padecen (…). El escándalo es grave cuando es causado por quienes, por naturaleza o por función, están obligados a enseñar y educar a los otros. Jesús, en efecto, lo reprocha a los escribas y fariseos: los compara a lobos disfrazados de corderos (cfr. Mt 7,15)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2.285)

Otros comentarios

«No imitéis su conducta, porque dicen y no hacen»

Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)

Hoy, Jesús nos llama a dar testimonio de vida cristiana mediante el ejemplo, la coherencia de vida y la rectitud de intención. El Señor, refiriéndose a los maestros de la Ley y a los fariseos, nos dice: «No imitéis su conducta, porque dicen y no hacen» (Mt 23,3). ¡Es una acusación terrible!

Todos tenemos experiencia del mal y del escándalo —desorientación de las almas— que causa el “antitestimonio”, es decir, el mal ejemplo. A la vez, todos también recordamos el bien que nos han hecho los buenos ejemplos que hemos visto a lo largo de nuestras vidas. No olvidemos el dicho popular que afirma que «más vale una imagen que mil palabras». En definitiva, «hoy más que nunca, la Iglesia es consciente de que su mensaje social se hará creíble por el testimonio de las obras, antes que por su coherencia y lógica interna» (San Juan Pablo II).

Y una modalidad de mal ejemplo especialmente perniciosa para la evangelización es la falta de coherencia de vida. Un apóstol del tercer milenio, que se encuentra llamado a la santidad en medio de la gestión de los asuntos temporales, ha de tener presente que «sólo la relación entre una verdad consecuente consigo misma y su cumplimiento en la vida puede hacer brillar aquella evidencia de la fe esperada por el corazón humano; solamente a través de esta puerta [de la coherencia] entrará el Espíritu en el mundo» (Benedicto XVI).

Finalmente, Jesús se lamenta de quienes «todas sus obras las hacen para ser vistos por los hombres» (Mt 23,5). La autenticidad de nuestra vida de apóstoles de Cristo reclama la rectitud de intención. Hemos de actuar, sobre todo, por amor a Dios, para la gloria del Padre. Tal como lo podemos leer en el Catecismo de la Iglesia, «Dios creó todo para el hombre, pero el hombre fue creado para servir y amar a Dios y para ofrecerle toda la creación». He aquí nuestra grandeza: ¡servir a Dios como hijos suyos!

28 de diciembre
Los Santos Inocentes, mártires

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27 de diciembre
San Juan, apóstol y evangelista

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26 de diciembre
San Esteban, protomártir

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