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Contemplar el Evangelio de hoy

Evangelio de hoy + homilia (de 300 palabras)

Domingo VII (A) de Pascua
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1ª Lectura (Hch ):
Salmo responsorial:
R/.
Pan moim światłem i zbawieniem moim, kogo miałbym się lękać? Pan obrońcą mego życia, przed kim miałbym czuć trwogę?

O jedno tylko proszę Pana, o to zabiegam, żebym mógł zawsze przebywać w Jego domu, przez wszystkie dni życia, abym kosztował słodyczy Pana, stale się radował Jego świątynią.

Usłysz, o Panie, kiedy głośno wołam, zmiłuj się nade mną i mnie wysłuchaj. O Tobie mówi moje serce: «Szukaj Jego oblicza».
Versículo antes del Evangelio ():
Texto del Evangelio (Jn 17,1-11a): En aquel tiempo, Jesús, alzando los ojos al cielo, dijo: «Padre, ha llegado la hora; glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti. Y que según el poder que le has dado sobre toda carne, dé también vida eterna a todos los que tú le has dado. Ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo. Yo te he glorificado en la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste realizar.

»Ahora, Padre, glorifícame tú, junto a ti, con la gloria que tenía a tu lado antes que el mundo fuese. He manifestado tu Nombre a los hombres que tú me has dado tomándolos del mundo. Tuyos eran y tú me los has dado; y han guardado tu Palabra. Ahora ya saben que todo lo que me has dado viene de ti; porque las palabras que tú me diste se las he dado a ellos, y ellos las han aceptado y han reconocido verdaderamente que vengo de ti, y han creído que tú me has enviado.

»Por ellos ruego; no ruego por el mundo, sino por los que tú me has dado, porque son tuyos; y todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío; y yo he sido glorificado en ellos. Yo ya no estoy en el mundo, pero ellos sí están en el mundo, y yo voy a ti».

«Padre glorifica a tu Hijo»

Rev. D. Joaquim MESEGUER García (Rubí, Barcelona, España)

Hoy, Jesús nos habla de la gloria que Él comparte desde la eternidad con el Padre y que ha manifestado a la humanidad a través de su muerte y resurrección; esta gloria que Él quiere compartir con nosotros, sus discípulos. Hace pocos días, celebrábamos la fiesta de la Ascensión del Señor, y en el corto periodo que va desde la Ascensión a Pentecostés, estamos invitados a reflexionar acerca de todo lo que Jesús nos ha enseñado con su vida y a rezar por el don del Espíritu Santo, tal como hicieron los apóstoles. Jesús es siempre para nosotros el modelo a seguir: «Yo te he glorificado en la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste realizar» (Jn 17,4); los miembros de la Iglesia tenemos que continuar esta misma obra en el mundo.

Jesucristo, que ha venido del Padre para cumplir la misión que el Padre le había encomendado, es decir, la redención de la humanidad, ha sido conocido por sus discípulos gracias al hecho de haber podido compartir la vida con el Señor, en una profunda relación personal. Para los discípulos, no hay duda de quién es Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre: «han reconocido verdaderamente que vengo de ti, y han creído que tú me has enviado» (Jn 17,8). ¿Tenemos nosotros la misma certeza?, ¿es firme nuestra fe? Gracias a esta fe, los discípulos de Jesús participaremos de su gloria, la cual ha de ser siempre nuestro anhelo. Nos aconseja san Ignacio de Loyola: «Si amáis la gloria, buscadla en la única verdadera, que es Dios».

Jesús es glorificado y regresa al padre; sin embargo, no nos dejará solos y nos enviará el Espíritu Santo. Jesucristo, que intercede por sus discípulos, estará siempre presente en la Iglesia, nos hará continuar su obra y nos ayudará en medio de las dificultades que encontraremos en el mundo.

Pensamientos para el Evangelio de hoy

  • «Cristo se rebajó para que, siendo el primero en regresar al reino, fuera para nosotros el principio y el camino hacia la gloria real» (San Cirilo de Alejandría)

  • «Para conocer a Jesús, hay que abrir tres puertas. La primera puerta: rezar a Jesús. Segunda puerta: celebrar a Jesús [a través de los sacramentos]. No basta la oración, es necesaria la alegría de la celebración. Tercera puerta: imitar a Jesús» (Francisco)

  • «En esta oración pascual, sacrificial, todo está ‘recapitulado’ en Él (cf. Ef 1,10): Dios y el mundo, el Verbo y la carne, la vida eterna y el tiempo, el amor que se entrega y el pecado que lo traiciona, los discípulos presentes y los que creerán en Él por su palabra, la humillación y la Gloria (…)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2.748)