Un equipo de 200 sacerdotes comenta el Evangelio del día
200 sacerdotes comentan el Evangelio del día
Contemplar el Evangelio de hoy
Evangelio de hoy + homilia (de 300 palabras)
Él habló y levantó un viento tormentoso, que alzaba las olas a lo alto; subían al cielo, bajaban al abismo, el estómago revuelto por el marco.
Pero gritaron al Señor en su angustia, y los arrancó de la tribulación. Apaciguó la tormenta en suave brisa, y enmudecieron las olas del mar.
Se alegraron de aquella bonanza, y él los condujo al ansiado puerto. Dad gracias al Señor por su misericordia, por las maravillas que hace con los hombres.
«Maestro, ¿no te importa que perezcamos?»
Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)Hoy -en estos tiempos de «fuerte borrasca»- nos vemos interpelados por el Evangelio. La humanidad ha vivido dramas que, como olas violentas, han irrumpido sobre hombres y pueblos enteros, particularmente durante el siglo XX y los albores del XXI. Y, a veces, nos sale del alma preguntarle: «Maestro, ¿no te importa que perezcamos?» (Mc 4,38); si Tú verdaderamente existes, si Tú eres Padre, ¿por qué ocurren estos episodios?
Ante el recuerdo de los horrores de los campos de concentración de la II Guerra Mundial, el Papa Benedicto se pregunta: «¿Dónde estaba Dios en esos días? ¿Por qué permaneció callado? ¿Cómo pudo tolerar este exceso de destrucción?». Una pregunta que Israel, ya en el Antiguo Testamento, se hacía: «¿Por qué duermes? (…). ¿Por qué nos escondes tu rostro y olvidas nuestra desgracia?» (Sal 44,24-25).
Dios no responderá a estas preguntas: a Él le podemos pedir todo menos el porqué de las cosas; no tenemos derecho a pedirle cuentas. En realidad, Dios está y está hablando; somos nosotros quienes no estamos [en su presencia] y, por tanto, no oímos su voz. «Nosotros -dice Benedicto XVI- no podemos escrutar el secreto de Dios. Sólo vemos fragmentos y nos equivocamos si queremos hacernos jueces de Dios y de la historia. En ese caso, no defenderíamos al hombre, sino que contribuiríamos sólo a su destrucción».
En efecto, el problema no es que Dios no exista o que no esté, sino que los hombres vivamos como si Dios no existiera. He aquí la respuesta de Dios: «¿Por qué estáis con tanto miedo? ¿Cómo no tenéis fe?» (Mc 4,40). Eso dijo Jesús a los apóstoles, y lo mismo le dijo a santa Faustina Kowalska: «Hija mía, no tengas miedo de nada, Yo siempre estoy contigo, aunque te parezca que no esté».
No le preguntemos, más bien recemos y respetemos su voluntad y…, entonces habrá menos dramas… y, asombrados, exclamaremos: «¿Quién es éste que hasta el viento y el mar le obedecen?» (Mc 4,41). -Jesús, en ti confío!
Pensamientos para el Evangelio de hoy
«En los momentos de perturbación, no os dejéis vencer por el oleaje. No obstante, si soplare el viento, si se alborotan las pasiones de nuestra alma, no desesperemos: despertemos a Cristo, para que podamos navegar con bonanza y arribar al puerto de la patria» (San Agustín)
«Cuando en esa barca sube Jesús, el clima inmediatamente cambia: todos se sienten unidos en la fe en Él. La fe nos da la seguridad de la presencia de Jesús, siempre a nuestro lado, de su mano que nos aferra para sustraernos de los peligros» (Francisco)
«(…) ‘Como Cristo realizó la obra de la redención en la persecución, también la Iglesia está llamada a seguir el mismo camino para comunicar a los hombres los frutos de la salvación’ (Concilio Vaticano II)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 853)