Un equipo de 200 sacerdotes comenta el Evangelio del día
200 sacerdotes comentan el Evangelio del día
Contemplar el Evangelio de hoy
Evangelio de hoy + homilia (de 300 palabras)
Y comentan: «Dios no lo ve, el Dios de Jacob no se entera». Enteraos, los más necios del pueblo, ignorantes, ¿cuándo discurriréis?
El que plantó el oído ¿no va a oír?; el que formó el ojo ¿no va a ver?; el que educa a los pueblos ¿no va a castigar?; el que instruye al hombre ¿no va a saber?
Porque el Señor no rechaza a su pueblo, ni abandona su heredad: el justo obtendrá su derecho, y un porvenir los rectos de corazón.
«Has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños»
P. Raimondo M. SORGIA Mannai OP (San Domenico di Fiesole, Florencia, Italia)Hoy, el Evangelio nos ofrece la oportunidad de penetrar, por así decir, en la estructura de la misma divina sabiduría. ¿A quien entre nosotros no le apetece conocer desvelados los misterios de esta vida? Pero hay enigmas que ni el mejor equipo de investigadores del mundo nunca llegará siquiera a detectar. Sin embargo, hay Uno ante el cual «nada hay oculto (...); nada ha sucedido en secreto» (Mc 4,22). Éste es el que se da a sí mismo el nombre de “Hijo del hombre”, pues afirma de sí mismo: «Todo me ha sido entregado por mi Padre» (Mt 11,27). Su naturaleza humana —por medio de la unión hipostática— ha sido asumida por la Persona del Verbo de Dios: es, en una palabra, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, delante la cual no hay tinieblas y por la cual la noche es más luminosa que el pleno día.
Un proverbio árabe reza así: «Si en una noche negra una hormiga negra sube por una negra pared, Dios la está viendo». Para Dios no hay secretos ni misterios. Hay misterios para nosotros, pero no para Dios, ante el cual el pasado, el presente y el futuro están abiertos y escudriñados hasta la última coma.
Dice, complacido, hoy el Señor: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños» (Mt 11,25). Sí, porque nadie puede pretender conocer esos o parecidos secretos escondidos ni sacándolos de la obscuridad con el estudio más intenso, ni como debido por parte de la sabiduría. De los secretos profundos de la vida sabrá siempre más la ancianita sin experiencia escolar que el pretencioso científico que ha gastado años en prestigiosas universidades. Hay ciencia que se gana con fe, simplicidad y pobreza interiores. Ha dicho muy bien Clemente Alejandrino: «La noche es propicia para los misterios; es entonces cuando el alma —atenta y humilde— se vuelve hacia sí misma reflexionando sobre su condición; es entonces cuando encuentra a Dios».
Pensamientos para el Evangelio de hoy
«Soy un alma muy pequeña que sólo puede ofrecer a Dios cosas muy pequeñas» (Santa Teresita de Lisieux)
«Es propio del misterio de Dios actuar de manera discreta. Dios no atropella con el poder exterior, sino que da libertad» (Benedicto XVI)
«Un corazón humilde y confiado que nos hace volver a ser como niños; porque es a ‘los pequeños’ a los que el Padre se revela (cf. Mt 11,25)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2.785)