Un equipo de 200 sacerdotes comenta el Evangelio del día
200 sacerdotes comentan el Evangelio del día
Contemplar el Evangelio de hoy
Evangelio de hoy + homilia (de 300 palabras)
El malvado se gloría de su ambición, el codicioso blasfema y desprecia al Señor. El malvado dice con insolencia: «No hay Dios que me pida cuentas».
Su boca está llena de maldiciones, de engaños y de fraudes; su lengua encubre maldad y opresión; en el zaguán se sienta al acecho para matar a escondidas al inocente.
Pero tú ves las penas y los trabajos, tú miras y los tomas en tus manos. A ti se encomienda el pobre, tú socorres al huérfano.
«Los curó a todos»
Fray Josep Mª MASSANA i Mola OFM (Barcelona, España)Hoy encontramos un doble mensaje. Por un lado, Jesús nos llama con una bella invitación a seguirlo: «Le siguieron muchos y los curó a todos» (Mt 12,15). Si le seguimos encontraremos remedio a las dificultades del camino, como se nos recordaba hace poco: «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso» (Mt 11,28). Por otro lado, se nos muestra el valor del amor manso: «No disputará ni gritará» (Mt 12,19).
Él sabe que estamos agobiados y cansados por el peso de nuestras debilidades físicas y de carácter... y por esta cruz inesperada que nos ha visitado con toda su crudeza, por las desavenencias, los desengaños, las tristezas. De hecho, «se confabularon contra Él para ver cómo eliminarle» (Mt 12,14). y... nosotros que sabemos que el discípulo no es más que el maestro (cf. Mt 10,24), hemos de ser conscientes de que también tendremos que sufrir incomprensión y persecución.
Todo ello constituye un fajo que pesa encima de nosotros, un fardo que nos doblega. Y sentimos como si Jesús nos dijera: «Deja tu fardo a mis pies, yo me ocuparé de él; dame este peso que te agobia, yo te lo llevaré; descárgate de tus preocupaciones y dámelas a mí...».
Es curioso: Jesús nos invita a dejar nuestro peso, pero nos ofrece otro: su yugo, con la promesa, eso sí, de que es suave y ligero. Nos quiere enseñar que no podemos ir por el mundo sin ningún peso. Una carga u otra la hemos de llevar. Pero que no sea nuestro fardo lleno de materialidad; que sea su peso que no agobia.
En África, las madres y hermanas mayores llevan a los pequeños en la espalda. Una vez, un misionero vio a una niña que llevaba a su hermanito... Le dice: «¿No crees que es un peso demasiado grande para ti?». Ella respondió sin pensárselo: «No es un peso, es mi hermanito y le amo». El amor, el yugo de Jesús, no sólo no es pesado, sino que nos libera de todo aquello que nos agobia.
Pensamientos para el Evangelio de hoy
«Los hombres sin remedio son aquellos que dejan de atender a sus propios pecados para fijarse en los de los demás. Y, al no poderse excusar a sí mismos, están siempre dispuestos a acusar a los demás» (San Agustín)
«Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre ‘se despojó’, se anonadó a sí mismo, se ha asemejado plenamente a los hombres, excepto en el pecado, de modo que se comporta como un servidor dedicado al servicio de los demás» (Benedicto XVI)
«Los rasgos del Mesías se revelan sobre todo en los Cantos del Siervo (cf. Is 42,1-9). Estos cantos anuncian el sentido de la Pasión de Jesús, e indican, así, cómo enviará el Espíritu Santo para vivificar a la multitud: no desde fuera, sino desposándose con nuestra ‘condición de esclavos’ (Flp 2,7). Tomando sobre sí nuestra muerte, puede comunicarnos su propio Espíritu de vida» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 713)