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«Yo soy la vid; vosotros los sarmientos»
Fray Josep Mª MASSANA i Mola OFM (Barcelona, España)Hoy celebramos la memoria de san Cirilo de Jerusalén, obispo y doctor de la Iglesia. Vivió en pleno siglo IV, tiempo de muchas disquisiciones teológicas fuertes, herejías y discusiones apologéticas. No nos extraña que en ese siglo se celebraran cinco Concilios, en algunos de los cuales asistió san Cirilo. La enseñanza de sus veinticinco catequesis se basa en gran parte en dos grandes temas que se van entrelazando: la Iglesia y la Eucaristía.
Por esto, la parábola de la vid y los sarmientos, que leemos hoy, le va como anillo al dedo a la doctrina vivida y predicada por san Cirilo, ya que, en efecto, este Evangelio se puede leer sobre todo en clave eucarística y eclesial.
Por lo que se refiere a la Eucaristía, la alusión de Jesús es clara: el fruto de la viña y del trabajo de los hombres, la uva que ofrecemos en la Eucaristía, nos recuerda la Última Cena, cuando Jesús transformó el vino en su Sangre. De hecho, este Evangelio está repleto de referencias eucarísticas. «Cuando entre Jesús y nosotros hay comunión de vida, como entre la vid y los sarmientos, la Eucaristía nos configura de una manera única y profunda con Jesucristo, renovando nuestro corazón y nuestra existencia (…)», decía el Papa Francisco.
En cuanto a la Iglesia, la vid y la viña son el Pueblo de Dios, la Iglesia de Jesús, que comparte la vida con Él: «Yo soy la vid; vosotros los sarmientos» (Jn 15,5). La Iglesia, el conjunto de los sarmientos, es la que da fruto en Jesús: «El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada» (Jn 15,5).
La conmemoración de san Cirilo nos anima, pues, a revivir en nosotros la comunión de vida con Jesús, a la que nos llevan al mismo tiempo la Iglesia y la Eucaristía.