Un equipo de 200 sacerdotes comenta el Evangelio del día
200 sacerdotes comentan el Evangelio del día
Contemplar el Evangelio de hoy
Evangelio de hoy + homilia (de 300 palabras)
«El Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza»
Rev. D. Joaquim MESEGUER García (Rubí, Barcelona, España)Hoy contemplamos como las recomendaciones de Jesús se realizaron en santo Domingo de Guzmán. Hijo de una acomodada familia castellana que asentó las bases de su fe profunda, tuvo un gran deseo de llevar una intensa vida cristiana, por lo cual ingresó en la comunidad de los canónigos regulares de Osma. Cuando acompañaba a su obispo a una misión en Dinamarca y en Roma, descubrió los estragos que las herejías de cátaros y albigenses hacían entre el pueblo de Dios, y vio clara la vocación a la que Dios le llamaba: el estudio y profundización de la Filosofía, la Teología y la Sagrada escritura para poderse dedicar a la predicación a los herejes y al pueblo, para convencer e ilustrar la fe de unos y otros. Así, fundó en Toulouse una nueva forma de orden religioso en el que tienen un gran papel tanto el estudio como la pobreza: es la Orden de Predicadores, conocida también con el nombre de Dominicos.
En Domingo y sus seguidores se cumple lo que dice Jesús: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza» (Lc 9,58), porque la itinerancia caracterizará la vida de la nueva orden, dado que los frailes no quedarán recluidos en un monasterio, sino que podrán ser trasladados a otros conventos según las necesidades. «Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios» (Lc 9,62). Mirando siempre hacia delante, Domingo no se durmió en la añoranza de dulces épocas pasadas.
Conforme a lo que explican los escritos de la historia de la Orden de Predicadores, el ideal de Domingo fue éste: «Hablaba con Dios o de Dios». Muy buena lección para cualquier cristiano.
Pensamientos para el Evangelio de hoy
«El anuncio cristiano, por su propio vigor, tiende a sanar, afianzar y promover al hombre, a constituir una comunidad fraterna, renovando la misma humanidad y dándole su plena dignidad humana» (San Domingo de Guzmán)
«Este gran santo nos recuerda que en el corazón de la Iglesia debe arder siempre un fuego misionero, que impulsa incesantemente a llevar el primer anuncio del Evangelio y, donde sea necesario, a una nueva evangelización: de hecho, Cristo es el bien más precioso que los hombres y las mujeres de todo tiempo y de todo lugar tienen derecho a conocer y amar» (Benedicto XVI)
«(…) Nadie se puede dar a sí mismo el mandato ni la misión de anunciar el Evangelio. El enviado del Señor habla y obra no con autoridad propia, sino en virtud de la autoridad de Cristo; no como miembro de la comunidad, sino hablando a ella en nombre de Cristo (…)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 875)