Un equipo de 200 sacerdotes comenta el Evangelio del día
200 sacerdotes comentan el Evangelio del día
Contemplar el Evangelio de hoy
Evangelio de hoy + homilia (de 300 palabras)
»Entonces dirá el Rey a los de su derecha: ‘Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme’.
»Entonces los justos le responderán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; o sediento, y te dimos de beber?’. ¿Cuándo te vimos forastero, y te acogimos; o desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?’. Y el Rey les dirá: ‘En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis’».
«A mí me lo hicisteis»
Rev. D. Maxi TRONCOSO Peña (Tamayo-Barahona, República Dominicana)Hoy, y siempre, este evangelio que contemplamos tiene una actualidad muy grande. Se sigue cumpliendo esta llamada, que el Señor un día nos hará, de pasar junto a Él a heredar el reino de Dios preparado para nosotros desde la creación del mundo. ¡Qué maravilla! Dios siempre ha deseado este reino para nosotros.
Pero parece que es un reino que no se hereda por pura pasividad, sino que conlleva la entrega de la vida en muchas de las realidades que nos rodean y que tantas veces también tendemos a rechazar porque nos pueden repugnar: visitar al enfermo o al encarcelado; dar de comer al hambriento o de beber al sediento; vestir al que está desnudo o acoger al forastero.
El reino de los cielos no es para los cómodos ni los satisfechos, sino para aquellos que han sabido amar al hermano como su propia carne porque han visto en el rostro ajeno la imagen de Cristo que lo necesita. Tal como afirmó el papa Francisco, «amar a Dios y al prójimo no es algo abstracto, sino profundamente concreto: quiere decir ver en cada persona el rostro del Señor que hay que servir, y servirle concretamente». Es a Cristo a quien amamos cuando amamos con generosidad magnánima a los hermanos.
Los pobres son el signo de la presencia de Dios entre nosotros, ya que en cada uno de ellos es Cristo quien se hace presente, dice madre Teresa de Calcuta cuya fiesta celebramos hoy. Y esa presencia, que lo llena todo, que lo invade todo, presencia divina, se hace palpable en el hambriento y en el sediento; en el forastero y en el desnudo; en el enfermo y en el encarcelado. Podemos decir que abrazar amorosamente al otro es abrazar a Cristo. Así lo ha querido hacer el Señor y así nos lo recuerda: «En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis» (Mt 25,40).