Un equipo de 200 sacerdotes comenta el Evangelio del día
200 sacerdotes comentan el Evangelio del día
Contemplar el Evangelio de hoy
Evangelio de hoy + homilia (de 300 palabras)
Y les dice: «¿No entendéis esta parábola? ¿Cómo, entonces, comprenderéis todas las parábolas? El sembrador siembra la Palabra. Los que están a lo largo del camino donde se siembra la Palabra son aquellos que, en cuanto la oyen, viene Satanás y se lleva la Palabra sembrada en ellos. De igual modo, los sembrados en terreno pedregoso son los que, al oír la Palabra, al punto la reciben con alegría, pero no tienen raíz en sí mismos, sino que son inconstantes; y en cuanto se presenta una tribulación o persecución por causa de la Palabra, sucumben enseguida. Y otros son los sembrados entre los abrojos; son los que han oído la Palabra, pero las preocupaciones del mundo, la seducción de las riquezas y las demás concupiscencias les invaden y ahogan la Palabra, y queda sin fruto. Y los sembrados en tierra buena son aquellos que oyen la Palabra, la acogen y dan fruto, unos treinta, otros sesenta, otros ciento».
«El sembrador siembra la Palabra»
Rev. D. Joaquim MESEGUER García (Rubí, Barcelona, España)Hoy, celebramos la memoria de uno de los mayores sembradores de la Palabra divina a lo largo de la historia de la Iglesia: san Juan Crisóstomo (a. 347-407), es decir, “Juan Boca de Oro”, que es precisamente lo que significa este apelativo, por la grandeza y sublimidad de su elocuencia al exponer la doctrina cristiana. «Una vez salió un sembrador a sembrar» (Mc 4,3): todo el ministerio de Crisóstomo, primero como diácono y presbítero en Antioquía y después como obispo de Constantinopla, fue una siembra infatigable de la Palabra de Dios mediante la que enseñaba los contenidos de las verdades de la fe.
La predicación de Juan suscitó en sus oyentes, como si de diferentes clases de tierra se tratara, reacciones muy diversas: desde la acogida y la conversión en unos a la oposición y el rechazo en otros; especialmente grave fue la inquina de la emperatriz Eudoxia hacia el obispo Juan a causa de sus denuncias continuadas contra el lujo reinante en la corte imperial de Constantinopla mientras la mayoría del pueblo vivía, si no en la miseria, sí en una gran pobreza.
San Juan Crisóstomo será uno de los adalides de la justicia evangélica que ha sentado las bases de la doctrina social de la Iglesia, un pastor de las periferias, con olor de oveja, en palabras del Papa Francisco, que supo transformar este olor en aroma de Cristo. San Juan enseñaba a los creyentes que hallarían a Cristo en la liturgia y en el servicio a los pobres: «El mismo que dijo: “Esto es mi cuerpo”, y con su palabra llevó a realidad lo que decía, afirmó también: “Tuve hambre, y me disteis de comer”». Y él lo puso en práctica.
«Quien tenga oídos para oír, que oiga» (Mc 4,9): en la acción de oír y dar fruto nos ayudará grandemente el testimonio de aquellos que nos han precedido en el camino, como san Juan Crisóstomo.
Pensamientos para el Evangelio de hoy
«No sería necesario recurrir tanto a la palabra, si nuestras obras diesen auténtico testimonio» (San Juan Crisóstomo)
«San Juan Crisóstomo reafirmó el descubrimiento de que Dios nos ama a cada uno con un amor infinito y, por eso, quiere la salvación de todos» (Benedicto XVI)
«Por medio de su Palabra, Dios habla al hombre. Por medio de palabras, mentales o vocales, nuestra oración toma cuerpo. Pero lo más importante es la presencia del corazón ante Aquél a quien hablamos en la oración. ‘Que nuestra oración se oiga no depende de la cantidad de palabras, sino del fervor de nuestras almas’ (San Juan Crisóstomo)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2.700)
15 de diciembre
Domingo 3 (C) de Adviento
Vídeo del Evangelio y comentario
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