Nuestra página utiliza cookies para mejorar la experiencia de usuario y le recomendamos aceptar su uso para aprovechar plenamente la navegación

Contemplar el Evangelio de hoy

Evangelio de hoy + homilia (de 300 palabras)

Viernes 3 de Adviento
1ª Lectura (Is 56,1-3a.6-8): Esto dice el Señor: «Observad el derecho, practicad la justicia, porque mi salvación está por llegar, y mi justicia se va a manifestar. Dichoso el hombre que obra así, el mortal que persevera en esto, que observa el sábado sin profanarlo y preserva su mano de obrar el mal.

El extranjero que se ha unido al Señor no diga: ‘El Señor me excluirá ciertamente de su pueblo’. A los extranjeros que se han unidos al Señor para servirlo, para amor el nombre del Señor y ser sus servidores, que observan el sábado sin profanarlo y mantienen mi alianza, los traeré a mi monte santo, los llenaré de júbilo en mi casa de oración; sus holocaustos y sacrificios serán aceptables sobre mi altar; porque mi casa es casa de oración y así la llamarán todos los pueblos».

Oráculo del Señor, que reúne a los dispersos de Israel: «Todavía congregaré a otros, además de los ya reunidos».
Salmo responsorial: 66
R/. Oh, Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.
Que Dios tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobe nosotros; conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación.

Que canten de alegría las naciones, porque riges el mundo con justicia y gobiernas las naciones de la tierra.

La tierra ha dado su fruto, nos bendice el Señor, nuestro Dios. Que Dios nos bendiga; que le teman todos los confinas de la tierra.
Versículo antes del Evangelio (---): Aleluya. Ven, Señor, y concédenos tu paz para que nuestro corazón se alegre en ti con alegría perfecta. Aleluya.
Texto del Evangelio (Jn 5,33-36): En aquel tiempo dijo Jesús a los judíos: «Vosotros mandasteis enviados donde Juan, y él dio testimonio de la verdad. No es que yo busque testimonio de un hombre, sino que digo esto para que os salvéis. Él era la lámpara que arde y alumbra y vosotros quisisteis recrearos una hora con su luz. Pero yo tengo un testimonio mayor que el de Juan; porque las obras que el Padre me ha encomendado llevar a cabo, las mismas obras que realizo, dan testimonio de mí, de que el Padre me ha enviado. Y el Padre, que me ha enviado, es el que ha dado testimonio de mí».

«Él (Juan) era la lámpara que arde y alumbra»

Rev. D. Rafel FELIPE i Freije (Girona, España)

Hoy, los cristianos tenemos que aprender mucho de Juan el Bautista. Jesús lo compara con el fuego que quema y da luz: «Él era la lámpara que arde y alumbra» (Jn 5,35). Su misión, como la nuestra, fue la de preparar el camino del Maestro: allanar los corazones para que sólo Cristo se luzca, anunciar que la Vida plena es posible, si seguimos a Jesucristo con fidelidad. Juan es la voz que clama en el desierto: «Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas» (Mt 3,3). El Hijo de Dios viene a la tierra para descansar en nuestros corazones. —Pero… en mi corazón manda mi libertad, y Él me pide “permiso” para entrar ahí: por esto, hay que “allanarle” la difícil ruta que apunta hacia el corazón humano. «Que nuestro pensamiento se disponga para la venida de Cristo con una preparación no inferior a la que haríamos si Él todavía tuviera que venir al mundo» (San Carlos Borromeo).

Hoy se nos pide aprender de san Juan. No es fácil. La renuncia, el sacrificio, el compromiso, la Verdad… no están de moda actualmente. ¿Cuántos hay que sólo se mueven por el dinero, por los placeres, por la comodidad, por la mentira…? Hay que mantener el corazón limpio y desalojado de cosas. Si no, ahí no pueden hallar espacio ni Jesús ni las otras personas.

Pero el Evangelio es camino de Vida y de felicidad. Sólo la Verdad nos puede hacer libres, aunque esto nos comporte la persecución o la muerte. Juan el Bautista ya lo había intuido, pero acepta porque ésta es su misión. Su bautismo era liberador y sus palabras —invitando a la conversión— el camino para llegar.

Jesús encuentra el camino allanado, preparado, sazonado por la penitencia del Bautista. Sus obras dan testimonio de que Él es el enviado. Encuentra ya los corazones arrepentidos y humillados gracias al testimonio de Juan. Para él, el Maestro no encuentra más que palabras de elogio.

Ojalá sean las mismas palabras para cada uno de nosotros. Sobre todo, si hemos sido capaces de señalar al Maestro, presentándolo y, a la vez, desapareciendo nosotros mismos.

Pensamientos para el Evangelio de hoy

  • «En Él encontrarás mucho más de lo que puedes desear o pedir» (San Juan de la Cruz)

  • «¿Vamos por el camino de Jesucristo? Reencontremos al Señor y vayamos hacia delante en este camino tan bello, en el que Él debe crecer y nosotros menguar» (Francisco)

  • «Cristo invitó a la fe y a la conversión, Él no forzó jamás a nadie. Dio testimonio de la verdad, pero no quiso imponerla por la fuerza a los que le contradecían. Pues su reino crece por el amor con que Cristo, exaltado en la cruz, atrae a los hombres hacia Él» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 160)