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Contemplar el Evangelio de hoy

Evangelio de hoy + homilia (de 300 palabras)

23 de julio: Santa Brígida, religiosa, patrona de Europa
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1ª Lectura (Gál 2,19-20): Hermanos: Para la Ley yo estoy muerto, porque la Ley me ha dado muerte; pero así vivo para Dios. Estoy crucificado con Cristo: vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí. Y, mientras vivo en esta carne, vivo de la fe en el Hijo de Dios, que me amó hasta entregarse por mí.
Salmo responsorial: 33
R/. Bendigo al Señor en todo momento.
Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca; mi alma se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre. Yo consulté al Señor, y me respondió, me libró de todas mis ansias.

Contempladlo, y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará. Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha y lo salva de sus angustias.

El ángel del Señor acampa en torno a sus fieles y los protege. Gustad y ved qué bueno es el Señor, dichoso el que se acoge a él.

Todos sus santos, temed al Señor, porque nada les falta a los que le temen; los ricos empobrecen y pasan hambre, los que buscan al Señor no carecen de nada.
Versículo antes del Evangelio (Jn 15,9b.5b): Aleluya. Manteneos en el amor que os tengo, dice el Señor; quien está en mí i yo en él da mucho fruto. Aleluya.
Texto del Evangelio (Lc 2,36-38): En aquel tiempo, había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad avanzada; después de casarse había vivido siete años con su marido, y permaneció viuda hasta los ochenta y cuatro años; no se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día en ayunos y oraciones. Como se presentase en aquella misma hora, alababa a Dios y hablaba del Niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.

«No se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día en ayunos y oraciones»

Rev. D. Joan Ant. MATEO i García (Tremp, Lleida, España)

Hoy celebramos la fiesta de Santa Brígida. Una calurosa mañana del 23 de julio de 1373, en Roma, mientras Pedro de Alvastra celebraba la Misa en su celda, Brígida entregaba su alma a su Señor mientras musitaba: «Señor, en tus manos encomiendo mi espíritu», en el mismo momento en que el sacerdote elevaba la Hostia Santa.

Tenía 70 años y culminaba una vida de fidelidad a los designios de Dios, de modo parecido a como lo había hecho la profetisa Ana, hija de Fanuel: Era «de edad avanzada; después de casarse había vivido siete años con su marido, y permaneció viuda (...); no se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día en ayunos y oraciones» (Lc 2,36-37).

La vida de Santa Brígida es fascinante: hija, esposa, madre de ocho hijos, viuda, princesa y consejera de reyes, religiosa, fundadora... Y, sobre todo, esposa amada de Jesús que le confió secretos celestiales y la adentró en el amor revelado en su Pasión. San Juan Pablo II la ha incluido entre las Patronas de Europa. Como Ana, Brígida sirvió al Señor en el estado de casada y viuda. Como Ana, estaba pendiente del Señor noche y día.

Dios se le manifestó y ella acogió dócilmente el designio divino en su vida. Fue un instrumento fiel e influyó mucho en la renovación de la Europa de su tiempo. Todo un ejemplo actual para nosotros. También nosotros esperamos que Europa sea liberada de sus esclavitudes y refulja su sangre cristiana. Dios cuenta con nosotros para ello. Si somos instrumentos fieles, Él realizará obras grandes por nuestro medio. Escuchemos la voz de Dios en el silencio y en la oración. Ayunemos de tantas cosas superfluas y vanas. Que nuestra riqueza sea el Señor. Y no perdamos nunca la ilusión de amar más a Dios y de crecer en la santidad.

«Bendito seas, Señor mío Jesucristo, que con tu preciosa sangre y con tu sagrada muerte, has redimido las almas y las has devuelto misericordiosamente desde este exilio a la vida eterna» (Santa Brígida).

Pensamientos para el Evangelio de hoy

  • «El hombre no debe hacer nada para adquirir honores o ser alabado por sus semejantes: impulsado por el amor, debe actuar para obtener una recompensa eterna» (Santa Brígida)

  • «El amor activo de santa Brígida a la Iglesia de Cristo y su testimonio de la cruz son un punto de encuentro para todos nosotros, ahora que nos preparamos para cruzar el umbral del nuevo milenio» (San Juan Pablo II)

  • «Haciendo memoria de los santos, en primer lugar, de la santa Madre de Dios, luego de los Apóstoles, los mártires y los otros santos, en días fijos del año litúrgico, la Iglesia de la tierra manifiesta que está unida a la liturgia del cielo (…)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1.195)