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Contemplar el Evangelio de hoy

Evangelio de hoy + homilia (de 300 palabras)

21 de abril: Sant Anselmo de Canterbury, obispo y doctor de la Iglesia
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Texto del Evangelio (Mt 11,25-30): En aquel tiempo, tomando Jesús la palabra, dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce bien al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce bien nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.

»Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera».

«Has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños»

Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)

Hoy celebramos a san Anselmo de Aosta (Italia), también conocido como Anselmo de Bec (Francia) y Anselmo de Canterbury (Inglaterra). En Aosta nació (1033), en Bec se comprometió con el Señor como benedictino (a los 27 años) y desde Canterbury —donde rigió como obispo— fue llamado la Casa del Padre (1109).

Anselmo recibió de Dios una admirable capacidad para la especulación intelectual y para el gobierno. Como teólogo fue el iniciador de la escolástica (método riguroso de investigación teológica); como obispo no le faltaron momentos amargos y duros por defender la libertad de la Iglesia. Pero, sobre todo, Anselmo destacó por su piedad y sencillez, consciente de que el Padre ha ocultado esas cosas [elevadas] a sabios e inteligentes y las ha revelado a los pequeños (cf. Mt 11,25).

Así rezaba san Anselmo: «Dios, te lo ruego, quiero conocerte, quiero amarte y poder gozar de ti. Y si en esta vida no soy capaz de ello plenamente, que al menos cada día progrese hasta que llegue a la plenitud». El espíritu humano se eleva hacia la verdad con las “alas” de la fe y de la razón. La teología (“ciencia de la fe”) parte de la Palabra que recibimos de Dios, y en ella profundizamos con la ayuda de la razón (la fe no es “irracional”, sino “sobre-natural”). Por eso, «el estudio teológico, si se hace en un espíritu de oración y humildad, puede llevar a un conocimiento más profundo del misterio de Dios. Sin la oración, el estudio se vuelve estéril» (San Juan Pablo II).

Alma de teólogo y alma de gobierno; de gobierno fuerte y prudente: ¡una inusual combinación! Como prior y abad de Bec mostró las cualidades de buen maestro para preparar a sus hermanos. Más tarde, elegido para regir la iglesia de Canterbury, llegó a sufrir el destierro de su propia diócesis. Pero no se desanimó: el yugo del Señor «es suave» y la «carga ligera» (cf. Mt 11,30). De modo que, con perseverancia, valentía y bondad logró que el rey Enrique I depusiera sus abusivas pretensiones sobre la Iglesia… Y, así, san Anselmo pudo regresar a su sede.