Un equipo de 200 sacerdotes comenta el Evangelio del día
200 sacerdotes comentan el Evangelio del día
Contemplar el Evangelio de hoy
Evangelio de hoy + homilia (de 300 palabras)
«Quien cumpla la voluntad de Dios, ése (…) es mi madre»
Fray Josep Mª MASSANA i Mola OFM (Barcelona, España)Hoy, en la celebración litúrgica de santa Juan Francisca de Chantal, el Evangelio nos habla de la Madre de Jesús. Cuando le dicen que Ella y sus parientes le buscan, parece que elude comunicarse con ellos: «¿Quién es mi madre y mis hermanos?» (Mc 3,33). Pero, de hecho, hace un elogio de su Madre. La presenta como aquella que hace la voluntad de Dios: «Quien cumpla la voluntad de Dios, ése (…) es mi madre» (Mc 3,35). María es la que sabe cumplir siempre lo que Dios quiere. Hacer la voluntad de Dios es sinónimo de obedecer, y la obediencia está basada en la humildad y la mansedumbre.
Desde siempre, y durante toda su vida, y especialmente en su “hágase en mí”, Santa María lo iba repitiendo en cada circunstancia, en cada acontecimiento. Era su jaculatoria preferida que la conectaba con Dios. Más aún, su comportamiento de obediencia absoluta, de búsqueda del plan de Dios en Ella, constituían su vida misma.
Nos podemos preguntar por qué el día de santa Juana Francisca de Chantal escuchamos precisamente este Evangelio de Marcos. La respuesta es que esta santa tenía una disposición del alma muy parecida a la de María, a quien supo imitar. San Francisco de Sales fue su director espiritual en el estado de casada, de viuda y de religiosa. La formó en la humildad, ella que era de familia noble; y en la obediencia, ella que en el mundo estaba acostumbrada a dar órdenes.
La aceptación de la voluntad de Dios, con espíritu de obediencia, mansedumbre y humildad, modeló a la Orden de la Visitación que ella fundó con la ayuda de san Francisco de Sales. Escribe en su Regla: «La humildad es la fuente de todas las otras virtudes. No pongáis límites a la humildad y haced de ella el principio de todas vuestras acciones».
Pensamientos para el Evangelio de hoy
«Conviene tener el espíritu puro y desasido de todo lo que no es Dios para hacer una buena oración. Es suficiente estar con Dios con sencillez de corazón» (Santa Juana Francisca de Chantal)
«Un mundo del que se eliminase el perdón, sería solamente un mundo de justicia fría e irrespetuosa, en nombre de la cual cada uno reivindicaría sus propios derechos respecto a los demás, en una arena de lucha permanente de los unos contra los otros» (San Juan Pablo II)
«(…) El Amor, como el Cuerpo de Cristo, es indivisible; no podemos amar a Dios a quien no vemos, si no amamos al hermano, a la hermana a quien vemos. Al negarse a perdonar a nuestros hermanos y hermanas, el corazón se cierra, su dureza lo hace impermeable al amor misericordioso del Padre (…)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2.840)