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Contemplar el Evangelio de hoy

Evangelio de hoy + homilia (de 300 palabras)

16 de septiembre: Santos Cornelio, papa, y Cipriano, obispo, mártires
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Texto del Evangelio (Jn 17,11b-19): En aquel tiempo, Jesús, alzando los ojos al cielo, dijo: «Padre santo, cuida en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno como nosotros. Cuando estaba yo con ellos, yo cuidaba en tu nombre a los que me habías dado. He velado por ellos y ninguno se ha perdido, salvo el hijo de perdición, para que se cumpliera la Escritura.

»Pero ahora voy a ti, y digo estas cosas en el mundo para que tengan en sí mismos mi alegría colmada. Yo les he dado tu Palabra, y el mundo los ha odiado, porque no son del mundo, como yo no soy del mundo. No te pido que los retires del mundo, sino que los guardes del Maligno. Ellos no son del mundo, como yo no soy del mundo. Santifícalos en la verdad: tu Palabra es verdad. Como tú me has enviado al mundo, yo también los he enviado al mundo. Y por ellos me santifico a mí mismo, para que ellos también sean santificados en la verdad».

«Que sean uno como nosotros»

Rev. D. Josep Mª MANRESA Lamarca (Valldoreix, Barcelona, España)

Hoy celebramos la memoria de dos mártires muy importantes de la Iglesia del siglo III. Aunque sufrieron martirio en lugares y años distintos, son celebrados en una misma festividad porque juntos trabajaron por la unidad de la Iglesia, cuestión por la cual Jesucristo había intercedido: «Padre santo, cuida en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno como nosotros» (Jn 17,11).

Cornelio fue ordenado obispo de Roma el año 251, después de un tiempo de fuerte persecución de los cristianos. Destacaba por su humildad, prudencia y bondad. Su pontificado quedó marcado, sobre todo, por la resolución del problema de los “lapsi” (los que habían negado la fe durante las persecuciones): ante el rigorismo del cismático Novaciano, la Iglesia propuso la misericordia que acoge al pecador. Sin embargo, este pontificado duró poco: al segundo año, Cornelio es encarcelado por el Emperador y desterrado a Civitavecchia, donde murió al año siguiente. Su cuerpo fue llevado a Roma y sepultado en las catacumbas de san Calixto.

Cipriano nació en Cartago hacia el año 200, de familia pagana. Movido por el ejemplo y las palabras de verdad de un santo sacerdote llamado Cecilio, se convirtió a Cristo, se hizo bautizar y empleó todos sus bienes para socorrer a los pobres. Poco tiempo después, fue ordenado presbítero y, el año 248, fue escogido obispo de su ciudad. En tiempos muy difíciles gobernó con sabiduría su Iglesia africana y trabajó mucho por la unidad de la Iglesia. Las “Actas de su martirio” conservan admirablemente documentado el proceso judicial, con su confesión pacífica y valiente, así como su martirio, perdonando y dando al verdugo que lo decapitaba unas 25 monedas de oro…

Pidamos a Dios nuestro Señor, que puso delante de la Iglesia a san Cornelio y a san Cipriano, como pastores entregados y mártires valientes, que, por su intercesión, nos conceda ser fortalecidos en la fe y en la constancia, y trabajar sin desfallecer por la unidad de la Iglesia.

Pensamientos para el Evangelio de hoy

  • «Conviene a nuestra conciencia poner todos los medios para que nadie perezca de la Iglesia por nuestra culpa» (San Cornelio)

  • «San Cipriano se sitúa en los orígenes de la fecunda tradición teológico-espiritual que ve en el “corazón” el lugar privilegiado de la oración: el corazón es lo más íntimo del hombre, es el lugar donde habita Dios» (Benedicto XVI)

  • «‘Creer’ es un acto eclesial. La fe de la Iglesia precede, engendra, conduce y alimenta nuestra fe. La Iglesia es la madre de todos los creyentes. ‘Nadie puede tener a Dios por Padre si no tiene a la Iglesia por madre’ (San Cipriano)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 181)